La sinceridad me está comiendo el
alma. Se supone que sea bueno, pero no, tiende a lastimar. Los buches de
palabras se me salen y ofenden. Toco fibras sensibles, corto arterias y colapso
pulmones. Prefiero no contestar el teléfono a la una de la madrugada como solía
hacer. Ya no pienso tanto en el pasado como antes. Lo que era importante y “big
deal” ya no lo es. La ciudad me parece áspera y creo que es poco para mí. Nunca
antes me había sentido así. Tan frío, tan insensible. Así me han hecho, al
menos eso me digo a mi mismo, pero no todos lo creen.
Muchos piensan que juego al
fuerte, que lo que a todos asusta a mí también. Quizás estén en lo cierto, no
puedo afirmar. Lo cierto es que ya no tengo miedo a la vida, me he trazado un
plan. Uno lleno de renuncias, de sacrificios, de quizás humillaciones pero con
una meta final. Una meta a la que quiero llegar. Los rumores ya no van conmigo,
los mensajeros que llevan y traen al pasado ya pasaron de moda. Soy un alma
nueva, renovada. En Santurce dejé los dolores, en el Lago Michigan deposité las
esperanzas de un mejor porvenir.
Las etiquetas ya no van conmigo.
Los lazos se han achicado y cada vez son menos. Las lealtades son menos, pues,
son selectivas. Las palabras son concretas, la osadía de desperdiciar un solo
minuto ya no es permisible. Los comentarios quedan a mis espaldas, los mares embravecidos
son míos… los océanos ya no importan. Me renuevo en tierra firme con una sola
esperanza. Esta vez no me daré la vuelta y abandonaré todo, está vez lucharé
como lo han hecho todos los que llevan mi sangre.
Un mundo se levanta ante mí. Una
ciudad intenta robarme lo que más amo y yo le daré la batalla. Regalo San Juan,
Ponce y hasta Aguadilla. Regalo si es necesario el recuerdo del Gringo, pero
esta vez no lo permitiré. No me van a quitar lo que es mío. Una lucha que nadie
entiende, una lucha a fuerzas, una lucha a dolor.
El insomnio me come la mente. A
las seis hay que estar de pie y dar frente a los mensajeros. Hay que correr un
día entero a fuerza de café, aspirinas y sueños. Aferrándome a mi lucha porque
no entregaré lo mío.
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