20120108

Lo que costó


"Al Gringo, que siempre lo dijo y nunca lo escuché..."

Supongo que debí haber escrito esto hace una semana atrás, pero es que ultimamente me debo obligar para parir algunas letras. El 2011 se fue. Es lo único que puedo decir ahora. Fue un año de perdidas, aunque gané alguna que otra cosa. Hay días en los que no puedo evitar traer el pasado a mi mente, y es que hay cicatrices que aún están sanando. Me encierro en mis propias palabras, como suelo hacer, y no comparto lo que siento. Es que a veces prefiero ignorar esos dolores, acumularlos hasta que lleguen a la cúspide y entonces tomar acción.

Para muchos, no soy fácil de entender, inluso a mí mismo me cuesta. Pero es algo con lo que he vivido desde siempre. La unica persona que juraba entenderlo todo, y en ocasiones me pregunté si lo decía porque ambos tuvieramos distintas lenguas maternas, se fue con el 2011. Al que hice mi mejor amigo, me lo arrebató algún loco que desapareció. Guardo una retrajila de recuerdos, recuerdos que me visitan cada día. No entiendo por qué se me ha hecho tan difícil superar su partida. Aunque sospecho que es que daba por sentada su precensia y nunca imaginé, que cuando más yo necesitara escuchar su acento americano, él no estuviera, aunque fuera para fingir que me entendía.

Soy de los que da muchas cosas por sentadas. No soy cariñoso ni amoroso, detesto el tacto. No todo el mundo entiende ese defecto. He intentado modificarlo con los años, pero es que cuando la vida te hace duro, te hace duro y no hay nada más que decir. Doy por sentado que me aman, como que amo. Un gran error, pues acabé con una relación que arrastré, más bien, arrastramos por casi cinco años, todo por el simple hecho de dar por sentado lo que quizás no estaba. No me quedan culpas, pues sé que di lo mejor de mí, aunque se ponga en duda. Y puedo decir que hoy, me siento mejor sin ti. Hay que saber cuando perder, hay que saber cuando retirarse, hice lo que debí hacer.

Escribir me cuesta. No he terminado el libro que comencé a pesar de la insistencia de muchos, de ver un producto final. Y es que de sólo comenzar una oración, me desbordo en lágrimas. Para los que me conocen saben que es difícil verme llorar, y no me siento a gusto al hacerlo. Escribir despierta en mi la sensibilidad que quise abandonar en Iraq. Esa sensibilidad que aún llora a mi mejor amigo, que aún llora a mi abuela, que aún grita porque le han arrebatado lo poco que le quedaba. Esa sensibilidad que llora a su propio dueño.

Y es que el plan nunca ha resultado como se escribe. Escribí en algún momento estar en San Juan, estudiar y entregar la vida a lo que siempre quise. En el camino, terminé en Estados Unidos, corté lazos y estudié algo que me diera de comer. La felicidad no la encontré, pues no mentiré diciendo que soy sumamente feliz. He tenido mis momentos de alegrías, he conocido gente que no quisiera perder nunca, pero también he conocido la trsiteza más inmensa. Y al colocarlo en balanza, temo decir, que la tristeza tiene un peso enorme. No necesito libros de auto-ayuda ni terapias, yo siempre encuentro la solución a todo en mi mismo, aunque suene contradictorio. Tampoco cambiaría algo de eso, bueno, sin dudarlo haría un trueque por la vida de mi amigo y la de mi abuela, pero de qué me vale tan siquiera pensarlo.

Creé un personaje en un micro-blog. Muchos no entenderán nunca y lo tacharan de mentiras, pero que más da. De alguna manera tenía que escribir y me satisface saber que hice reír a algunos y que los saque de esa rutina que los mataba. Además, en cierta manera reflejé algo de mí en él. Claro, lo creé yo, algo de mí tuvo. Hasta ahora mi mejor proyecto, pues hasta a la radio del país llego, pero siempre alguien daña las cosas que se hacen con la mejor intención. Así que tambien lo maté.

He conocido y hecho tanto en tan poco tiempo. He cambiado tanto en este tiempo. Peso 15 libras menos, soy musculoso, justo como deseaba y no es grande la diferencia. Quizás ahora levanto una que otra mirada más en la calle, pero no es algo que en este punto me conmueva. Tengo las ideas más serenas y ya no siento miedo. Yo que casi no sentía pavor por la vida, ahora no le tengo ninguno. Estando lejos aprendí que esta historia no es sólo sobre mí, sino que en ella figuran las personas a las que les debo dar un lugar. Estando lejos, viviendo nuevas experiencias y viendo nuevos horizontes, pude extrañar mi hogar. Regresar a el dándole valor a lo que valor real necesita.

Ahora soy más humilde. No necesito lujos, ni el suetér de diseñador para salir a la calle y decirle al mundo, que al fin entendí una parte fundamental de la vida. Que me costó una relación, la vida de mi abuela, la muerte del gringo y una estadía en el infierno. Que me costó arriesgar la vida. Que me costó disparar. Que me costó ver lo que mucha gente no quiere ver. Que me costó pasar hambre. Que me costó horas de desespero porque no tenía donde dormir. Que me costó dolores de espalda y resignación. Que me costó las calles. Que me costó una renuncia. Que me costó al amigo periodista. Que me costó tolerar gente con la que alguna vez juré nunca dar entrada a mi vida. Que me costó sentarme en la misma mesa y compartir no sólo uno, sino dos y tres tragos, con personas que me odiaron o que odié. Que casi me costó la vida.

La parte fundamental de la vida que entendí es que debo amarme; que me amo. Que no necesito ser un escritor, o un químico, o un militar. Que no necesito estar con la mujer que amé pero que no puedo tolerar. Que no necesito ser flaco, ni gordo, ni bello. Que no necesito estar en Europa, ni en Estados Unidos, ni en Puerto Rico. Que no necesito esperar nada de nadie. Que lo único que necesito es mi propia aprobación. Que lo único que necesito es decirme; no sabes cuanto te amo. Aun con mis defectos y mi dureza. Aun cuando me flaqueen las piernas.

Seguir siendo yo es el regalo más preciado. Algo que no dejará de ser hasta que vaya a reunirme con mis muertos. Soy yo, nadie más. 


2 comentarios:

Iván dijo...

Me ha conmovido. Y lo comprendo en varios aspectos. Si hablo de mí puedo decir que uno de mis peores defectos es una constante inseguridad o incertidumbre, pero más aún, en otras ocasiones se me dificulta perdonarme. Se me olvida que no puedo controlar todo lo que quisiera y que a veces erramos, aunque no hayamos tenido intención en hacerlo. Deseo que mantengas esa postura de solo contar con tu aprobación siempre. Pues, sin duda alguna es la que te brindará la mayor de las satisfacciones. Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Hola, Ángel!
En realidad vengo aquí a saludar, desear felices épocas (aunque ya pasaron) y a comentar con el respeto y la admiración más grande que pueda imaginar.

Tu escrito...
Cómo te explico que ni siquiera puedo terminar de leerlo porque lloro en cada oración, la retorica de tu alma se asemeja justo a lo que siento de diversas formas.

Tienes un hermoso don de palabra, y no de la pronunciada si no de la que viaja más alla, con propósito y con pureza.

Escribes muy hermoso, amigo.