20120329

Mi amiga

Por Sally Foster y esas ganas de amar...

Mi amiga está deprimida. El otro día me lo dijo mientras comíamos de madrugada. Fue una confesión expulsada con dolor, con vergüenza y con lágrimas. Casi en un susurro me dijo que le pesa la vida y que está cansada de levantarse cada mañana. Le cuesta tanto creer en el futuro, ya no puede pensar que hay un mañana mejor. A sus veinte recién cumplidos; nadie la mantiene, nadie le da un beso, nadie le dice lo importante que es.
Yo sé lo que se siente. Aunque cada mañana me levanto y me grito al espejo que todo irá mejor, yo sé lo que se siente. Ya no es fácil pensar que la vida es bonita. Cuesta más que un grado educativo decir que tenemos un futuro asegurado. Duele saber que tanto sacrificio, quizás, no dé fruto nunca. Y es que nos sentimos en el limbo.
Sin embargo, estamos los que como mi amiga y yo, luchamos día a día. Los que entregan el alma y aunque no sea viable; insistimos en dar el corazón. De esos que desde los 15 caminábamos millas eternas por lograr nuestros sueños, de esos que hoy nos rompemos el lomo hasta las tres de la mañana trabajando. Y si nos fallan las fuerzas, nadie, grito; NADIE tiene derecho a juzgarnos. Porque también somos humanos. También tenemos derecho a no querer pararnos de la cama en las mañanas y necesitar un trago de ron con urgencia. También tenemos la necesidad de un abrazo y de que alguien nos diga; yo te quiero.

Y ese día quise decirle a mi amiga que no todos son capaces de probar suerte. No todos somos capaces de comer una sola vez al día, por aquello de no importunar a los que nos rodean. Quise abrazarla y decirle que yo la admiro porque tiene los cojones de luchar y puede decir con orgullo que todo lo que tiene se lo ha ganado, aunque sea vendiendo el alma y sus ideales. Me hubiese gustado decirle que es justo que aunque sea una vez, demuestre su debilidad, que se merece un respiro. Hubiese dado mi vida por hacerle creer que sí tenemos un futuro. Que no todo es malo. Pero no pude. No pude decirle eso y más porque yo sé lo que se siente. Yo sé lo que es querer llorar y que nadie te consuele. Yo entiendo que a veces no queremos escuchar que tenemos esperanza, sólo queremos pensar que ya no hay valor.
Y me quedé callado. Porque sé que ella es fuerte y que a la mañana siguiente se levantará temprano, luego de dormir tres horas, y volverá a sus caminos. Y será fuerte otra vez y confiará en eso que no todos creemos. Y se sentirá orgullosa de que, aunque lento, está dando pasos de gigante.

“Y este largo invierno por el que estamos pasando, trae presagios de primavera. Porque tenemos el coraje de arriesgar. Porque si no pasamos frío, no podemos pretender disfrutar del calor del verano. Porque hay que ser hoy antes de mañana.” -LPS

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