20100304

Desamor

El desamor escuece. Conozco a una chica de veinte años que se pasó el fin de semana esperando a que él la llamara, y él no la llamó nunca. La vi el lunes taciturna y furibunda, aplastada por la gravedad de la vida: es notable lo que aumenta el peso de la existencia cuando el desamor te ha hincado el diente. Si tu amado no te ama (si tu amada te ignora), el futuro te parece gris como una tarde de tormenta. Días interminables, meses aburridísimos, una vida sin sentido. Por eso a mi amiga se le había apagado el mundo aquel lunes funesto: nada existe, nada palpita, nada brilla si no te miran los ojos que tú quieres que te miren de la manera que quieres ser mirado.

El desamor abrasa. Sobre todo al principio, sobre todo si tienes veinte años. Porque entonces te llegas a creer que tus pasiones son auténticas fuerzas de la naturaleza, tan ajenas a tu voluntad, inmensas e inmutables como los oscuros planetas que cruzan con lentitud el arco del cielo. Y así, cuando eres joven, crees que tu amado o tu amada son irreemplazables. Que no hay otro ser en el mundo tan maravilloso ni tan atractivo. Que nunca podrás amar a nadie de ese modo.

Luego pasan los años, las parejas, los enamoramientos fulminantes, los desencantos. Se te va poblando la memoria de pasiones apagadas y aprendes a relativizar tus sentimientos: sabes, por ejemplo, que el amor que estás perdiendo no es el único, y que tal vez ni siquiera es amor. Pero, aun así, el desamor escuece: el dolor está en su naturaleza, es corrosivo.

Y así esperas esa llamada telefónica que nunca llega y rabias. Esperas la palabra justa que el otro no pronuncia y te desesperas. Esperas un milagro al final: que él, o ella, se comporten de una manera distinta a como siempre son, o lo que es lo mismo, que sean otros. Pero él, o ella, suelen manifestar una mezquina y empecinada tendencia a seguir siendo como son y a no convertirse en el amado ideal que uno busca y desea. Y entonces uno se deprime, se fastidia, se acongoja y se abruma. Te duelen las yemas de los dedos del ansia de tocar, no ya al cuerpo esquivo de tu amado, sino más bien su alma: porque quieres atrapar ese espejismo de amor que se te escapa. Pero es como encerrar una voluta de humo en una jaula; cuando el desamor te ha hincado el diente, suele comerte entera. Eso también se aprende con los años.

Quise decirle aquel lunes a mi amiga tan joven y tan triste que, con el tiempo, el mundo vuelve a pintarse de colores y a recobrar su brillo. Pero no abrí la boca, porque pensé que me daría la razón como se la daría a un loco y que su corazón no me creería.

(…) Duele el desamor, pues, tanto si no te aman como si tú no amas. Pero cuando aprieta el desaliento y te arde la despellejada piel del alma de un desamor reciente, conviene pensar algunas consideraciones que también pude hacerle a mi amiga y no le hice. Primero, que uno no puede pasar por la vida sin mancharse y sin herirse, y que todo lo importante tiene un precio; y así, el dolor del desamor ( y atreverse a afrontarlo) es el precio de tu capacidad de amar y de esa intensidad gloriosa. Segundo, que en las rupturas se aprende algo. Y tercero, que el amor no está en otro, sino en ti mismo: si una vez amaste, lo volverás hacer. Y siendo más sabio.

2 comentarios:

misscupcake dijo...

:O me facinaaaa, me inspiraaaaaaa....El que en reladidad perdio fue el, pq yo amare algun dia a alguien tanto como lo ame a el, pero a el nadie lo amara como yo lo ame...YOU KNOW WHY !!!!

Anónimo dijo...

Me encantó como culminaste esta publicación... "uno no puede pasar por la vida sin mancharse y sin herirse, y que todo lo importante tiene un precio" Tienes razón todo lo que hacemos, sea bueno o malo tiene consecuencias, enamorarnos las tiene, y siempre sufrimos, yo que tengo a mi pareja hace siete años se que puede llegar el momento en que puede irse de este mundo, y sufriré, o que Dios no lo quiera nos separemos, y eso será horrible, lo se...

"en las rupturas se aprende algo"
Lo que siempre digo, las cosas pasan por algo, todo tiene un propósito, y este tipo de cosas nos ayudan a crecer...

"el amor no está en otro, sino en ti mismo: si una vez amaste, lo volverás hacer. Y siendo más sabio." Mi parte favorita. Excelente manera de hablar sobre este tema tan triste.